Mas lo que ahora pase, ya pasó otra vez


24 de mayo de 2000. El flamante Stade de France de París, convidado de piedra en el Mundial logrado por Francia dos años atrás, asiste a un acontecimiento inaudito en la historia del fútbol europeo. Por primera vez y acercándose ya a su cincuenta aniversario, la Liga de Campeones (sempiterna Copa de Europa) acoge a dos equipos de idéntica nacionalidad en su final. El balompié español es el merecedor del hito, con Real Madrid y Valencia como exponentes.

A un lado del césped, al Real le atenazan los nervios del que se sabe y siente favorito ante la posibilidad de levantar su octavo título en la competición. París es una ciudad fetén para la gesta. Fue allí, en el vecino Parque de los Príncipes, donde los Di Stéfano, Gento y Rial cantaron el primer alirón continental de la historia en 1956. En la otra mitad del campo, el Valencia espera envalentonado ante la posibilidad de dar la campanada en su primer contacto con la Orejona. Luchar en la batalla decisiva es todo un triunfo para el conjunto ché, soñador incansable desde la fase previa disputada el agosto pasado. En las gradas, unos 50.000 españolitos de pro jalean a unos y otros con el ánimo de disfrutar de un espectáculo a la altura de las circunstancias.

La temporada europea de ambos finalistas es prácticamente impecable. Nueve victorias, tres empates y cuatro derrotas en 16 partidos (32 goles marcados y 23 recibidos) para el Madrid, optimista tras superar a Manchester United y Bayern de Múnich en los cruces. Los focos se centran en Anelka, decisivo en semifinales e indiscutible protagonista para la prensa gala. Nadie parece acordarse ya del comienzo de temporada, culpable del fracaso liguero de los madrileños y de la rauda despedida de John Benjamin Toshack como técnico blanco. Vicente Del Bosque, hombre de la casa y sin experiencia en banquillos de enjundia, ha conseguido traer la calma a Concha Espina, al menos en el escenario europeo. La Copa del Rey tampoco ha sido portadora de buenas noticias, así que la Champions es el último trozo de pan que llevarse a la boca para una plantilla obligada sine qua non a vencer.

Real M 2000

Por su parte, al Valencia le contemplan diez victorias, cuatro empates y cuatro derrotas en 18 partidos entre los campeones (31 goles marcados y 15 recibidos). Los pobladores del río Turia también apuestan todo a reinar en Europa tras un curso liguero muy parecido al de sus rivales. Las inmensas dudas que generaba el equipo bajo los mandos del argentino Héctor Cúper se han tornado en apoyo masivo tras un rendimiento inesperado y sobresaliente en la competición foránea. Los ché acabaron primeros en la fase de grupos inicial y segundos en la liguilla de octavos, goleando tanto a la Lazio como al FC Barcelona en cuartos de final y semifinales respectivamente. El 5-3 en el global de ambas eliminatorias es el mejor acicate para una plantilla que, no conforme con esto, también compitió de tú a tú con Bayern, PSV y Fiorentina entre otros equipos de peso. Algunos de los mejores centrocampistas del momento rinden pleitesía al Valencia: Mendieta, Gerard, Angulo, ‘Kily’ González, Farinós. A todos ellos se les reclama desde varios puntos del Calcio italiano con vistas a la próxima temporada.

El momento de la verdad ha llegado. En el campo forman Casillas, Iván Campo, Helguera, Karanka, Míchel Salgado, Roberto Carlos, McManaman, Redondo, Morientes, Anelka y Raúl por parte del Madrid; Cañizares, Djukic, Pellegrino, Angloma, Gerardo, Mendieta, Gerard, Farinós, ‘Kily’ González, Angulo y ‘Piojo’ López representan al Valencia. En el palco comparten confidencias Lorenzo Sanz y Pedro Cortés, presidentes de ambos equipos, junto con el Príncipe Felipe y el resto de autoridades futbolísticas y políticas de rigor. En el área técnica se contrapone Cúper y su “Nos merecemos lograr esta Copa” con “El fútbol se juega mejor bajo presión” de Del Bosque.

Los capitanes, Fernando Redondo en representación de un Madrid que hoy viste de negro y Gaizka Mendieta como estandarte de un Valencia con zamarra naranja, esperan ya veredicto junto al trencilla italiano Steffano Braschi. El sorteo dicta que serán los taronja quienes pongan el balón en juego. El ‘Piojo’ López y Angulo cumplen con el cometido al dar las 20:45 de la noche. Comienza el partido.

Valencia CF Champions 2000

Los quince primeros minutos son de tanteo. Unos y otros quieren medir las fuerzas del rival. La tregua termina con un disparo de cabeza de Anelka bien atajado por Cañizares y la respuesta de Mendieta al contragolpe, con Casillas como muro. El Valencia empieza a tener problemas para mantener el balón, los chicos de la capital hacen honor a su favoritismo y los sustos comienzan a darse con frecuencia. Cúper se desgañita en la banda, pero sus hombres ven la final con mayor impotencia de la que deberían. Olvidan su portentosa trayectoria previa en la competición y ven cómo el Madrid gana cada vez más y más terreno.

Así se llega al minuto 39 de juego. Tras una falta botada por Roberto Carlos que pega en Gerardo, el balón cae a los pies de Míchel Salgado. Se la pasa a Anelka, que se adentra en el área valencianista. El galo intenta zafarse de la defensa contraria marchándose hacia la línea de fondo, pero no lo consigue. Su pase, una devolución a Salgado, es interceptado por Farinós. El centrocampista del Valencia ni siquiera tiene tiempo para despejar, ya que pierde la pelota a manos del gallego y en una zona muy peligrosa. El ‘2’ del Real centra el balón como buenamente puede y éste llega al segundo palo, donde espera Fernando Morientes para cabecearlo a las redes defendidas por Cañizares. 1-0.

De repente, el mordiente que el Valencia ha demostrado durante esta Liga de Campeones sale a relucir en todo su esplendor, como si el gol hubiese reactivado al equipo. Los últimos minutos de la primera parte son un suplicio para el Madrid, que pide el descanso a gritos. Al fin llega. Los 45 minutos que vendrán después prometen.

O eso parecía, pero todo queda en nada. El Valencia sigue sin encontrarse a sí mismo y el Madrid insiste una y otra vez en busca del triunfo, tanto en ataque como en una defensa asfixiante para su rival. Parece que el luto que portan los madrileños en su camiseta lo guardan los dueños de Mestalla, ya que sus ocasiones escasean. Llega el minuto 66. Roberto Carlos (de nuevo él) lanza el balón al área en un saque de banda, Djukic la toca de cabeza para despejar y McManaman aprovecha el rechace para cuajar una volea imparable. 2-0. La final empieza a aclararse para unos y a llenarse de brumas para otros.

La puntilla tarda menos de diez minutos en llegar. Minuto 74. Redondo recupera la pelota para el Madrid en su área y saca el balón raudo. El balón se detiene prácticamente en el medio campo, donde lo caza Raúl por delante de los diez jugadores de campo del Valencia y de todos sus compañeros. La heroica depende de Cañizares, que no puede evitar el regate del ‘7’ y su posterior remate a placer con la portería sin cancerbero que la resguarde. 3-0 y resolución ajustada a derecho. El campeón será madrileño.

Los minutos restantes suponen el comienzo de la celebración del Real, aupado por sus capitanes Sanchís y Hierro, que se unen a la fiesta con el encuentro llegando a su fin. La octava Copa de Europa ya es palpable para el equipo que mejor ha jugado y ha sabido jugar en la final. Lágrimas de felicidad de un imberbe Casillas y también de su homólogo Cañizares, pero con la pena como estímulo. El alumno acude a desconsolar al maestro con buena fe. Otra vez será, quizá la ocasión llegue pronto. Raúl saca a pasear el capote torero de las grandes ocasiones, la Orejona ilumina el cielo parisino y Del Bosque disfruta de su primer entorchado como técnico con su calma habitual. La Champions y su tirón, el mayor entre todas las competiciones futbolísticas de clubes. Los aplausos y los gritos de “Valencia, Valencia” son unánimes cuando los subcampeones acuden al podio a recoger su distinción. Nadie debía perder en una noche tan histórica como ésta, pero la paradoja es que alguien tenía que hacerlo. El ganador, por encima de todos, es el fútbol español.

Real Madrid Octava

Entre la desolación general de su tropa, Cúper lanza una promesa: “Intentaremos de repetir la historia”. Su anhelo no tardará en cumplirse. El Valencia volvería a pelear por el título continental hasta las últimas consecuencias un año después del debut soñado. La crueldad asoló entonces a una plantilla prácticamente idéntica, que acarició el trofeo hasta que la lotería de los penaltis decidió otorgárselo al Bayern de Múnich. Aun así, el mérito fue innegable. Dos finales en dos participaciones en Liga de Campeones, con el añadido de ser consecutivas. La historia que el técnico ché reclamaba en la zona mixta de París quedaría para el recuerdo.

El Real Madrid también acabó cumpliendo su promesa: la eterna deuda con la Copa de Europa. Dos años después de la Octava, llegó la Novena. Glasgow fue el escenario de una volea, la de Zinedine Zidane, que sumió en el olvido la que McManaman transformó dos años atrás. Hierro suplió a Sanchís en el levantamiento de un trofeo que el madridismo no ha vuelto a celebrar hasta la fecha.

24 de mayo de 2014. 14 años después de un Real Madrid-Valencia para la historia, la final de la Champions League se abonará una vez más al monopolio de la piel de toro. Uno de los protagonistas, el Real, se mantendrá invariable y con el mismo hambre de triunfo que sus predecesores. El otro, un Atlético de Madrid tan deslumbrante como aquél Valencia, soñará despierto, pero sin cuento de la lechera que valga. Quizá el espíritu irreverente contra los cánones establecidos de Cúper acompañe a su compatriota Simeone. El partido a partido cobrará más sentido que nunca en un envite que, como el de Saint-Denis, promete dejar huella en los protagonistas y en las enciclopedias.

Y una vez más, en las gradas, esta vez de Lisboa, los españolitos de pro jalearán a unos y otros con el ánimo de disfrutar de un espectáculo a la altura de las circunstancias. Que gane el mejor.

Viento del este y niebla gris
anuncian que viene lo que ha de venir.
No me imagino qué irá a suceder
mas lo que ahora pase, ya pasó otra vez

Resumen de la final en TVE

La opinión de Iván Campo

La temporada 1999/2000 fue un poco complicada debido a problemas como el cambio de entrenador. No asimilamos lo que Toshack quería, le gustaba tener demasiados frentes abiertos. La plantilla no estaba cómoda con esta situación: cada dos por tres había problemas con la prensa y discusiones. Luego llegó Vicente Del Bosque, que puso tranquilidad en el vestuario y unas pautas muy importantes a la hora de saber competir. Nos aisló un poco de todo, dejó que cada uno fuéramos a nuestro rollo e hicimos un grupo muy bueno. Su apoyo, el de la afición y el que nos dábamos unos a otros en el vestuario logró que consiguiésemos ganar la Liga de Campeones.

Del recorrido previo a la final recuerdo que pasamos malos momentos en general porque en Liga no ganábamos (dos derrotas consecutivas en casa contra Alavés y Racing) y eso nos hizo daño. Tenías que resarcirte en la Champions y los partidos que jugamos contra Manchester United y Bayern de Múnich nos ayudaron mucho a nivel de confianza. Aquel año el Valencia era favorito, con un equipo muy potente y grandes jugadores. Habían demostrado tanto en Liga como en Champions que iban muy fuertes. En una final todo cambia, es más complicado y hay más nervios. Quizá nosotros supimos asentarnos un poco mejor en el campo nada más salir. Intentamos marcar cuanto antes y nos vino muy bien el gol de Morientes. Después de aquello creo que el Valencia bajó un poco los brazos y más tarde llegaron los otros dos goles.

ivan-campo

Aun así, nos costó muchísimo ganar al Valencia porque tenía un bloque muy bueno. El primer gol marcó nuestra pauta a seguir y finalmente pudimos levantar la copa. La unión que había en nuestro vestuario fue fundamental. Había un grupo con muy buen ambiente, no importaba si jugaba uno u otro. Al final eso es lo que te hace ganar títulos. Éramos amigos ante todo, nos respetábamos mucho. A nivel personal soy consciente de que logré algo muy complicado, como es ganar la Liga de Campeones. Pocos jugadores pueden hacerlo.

La final de este año tendrá un ambiente espectacular. Hay dos equipos españoles y de la capital, un derbi en la Copa de Europa. Todos a los que nos gusta el fútbol vamos a disfrutar. Esperemos que salga un partido bonito tanto para el espectador como para los jugadores. No me atrevo con pronósticos porque en una final pueden pasar muchas cosas y son muy complicadas de ganar.

*Iván Campo formó parte de la plantilla del Real Madrid campeón de Europa en 2000, jugando la final como titular. También pasó por equipos como Valladolid, Mallorca o Bolton Wanderers y fue internacional con España en cuatro ocasiones.

FOTOS: Magazine of Football Pictures, Colgados por el Fútbol, ABC, 20 minutos.

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