Primer cuarto. Verano de 2004. Un chaval de 10 años queda prendado del periodismo deportivo para siempre gracias a los Juegos Olímpicos de Atenas. Y, en especial, de un baloncesto que terminó de enamorarle definitivamente gracias a los Gasol, Navarro, Calderón y compañía. Por algo le gustaba tanto leer, escribir e incluso autonarrarse jugando a la Play: quería ser periodista. Y lo iba a conseguir, costase lo que costase.
Segundo cuarto. Años después, en 2011 y a punto de empezar la universidad, el chico sigue en sus trece: será periodista. Su vocación es inmensa y durante cuatro años se formará para cumplir un sueño que ya no parece tan inalcanzable. Durante el proceso, llegarán las prácticas en medios locales e incluso en MARCA, un auténtico gigante del periodismo deportivo. Uno de esos lugares a los que él siempre quiso pertenecer. Con constancia, pasión y unas ganas increíbles, nada ni nadie podrán pararle.
Tercer cuarto. Verano de 2015. Recién graduado, nuestro protagonista persigue una oportunidad que lleva meses presentándose a su alcance. EL ESPAÑOL acaba de nacer y él cree que puede ser el lugar perfecto para irrumpir en la profesión periodística. Madrid, la gran ciudad, no será ningún tipo de impedimento. Prefiere pecar de pesado y pelear por un puesto en ese proyecto que pinta tan bien. Al final, llega la llamada que lo cambia todo. A partir de agosto de ese año, la realidad empezará a superar a la ficción.
Último cuarto. Los sueños se pueden cumplir si los peleas a fondo. ¡La de cosas que han pasado en estos casi tres años! Innumerables partidos de baloncesto cubiertos en vivo, tres Copas del Rey, una Final Four de la Euroliga, un partido de la selección española de fútbol, innumerables entrevistas y contactos con gente a la que en su día sólo podía ver por televisión… ¡Cómo no va a estar agradecido este joven periodista por la oportunidad y todo lo vivido! Pero las historias tienen un principio y un final. Y ahora ha llegado el momento de concluir la que nos ocupa.
Este miércoles se dio por finalizada la etapa en la que ha sido mi casa desde agosto de 2015. No sería honesto conmigo mismo si dijera que estos últimos meses han sido fáciles. Todo lo contrario. Pero tampoco sería justo anteponer lo malo a lo bueno que ha sucedido durante todo este tiempo, que ha sido muchísimo más. Escribir estas líneas, para mí, es de justicia.
Gracias a Fernando Baeta y a Pedro J. Ramírez por apostar por lo que en su momento tan sólo era un proyecto de periodista. Trabajar con vosotros al frente me ha convertido en un periodista con todas las letras. De esa metamorfosis también es muy culpable Mario Díaz, que ha creído en mí desde el primer hasta el último día en la redacción de Avenida de Burgos. Como jefe de Deportes, me ha apoyado y exigido a partes iguales. Como persona, ha sabido ver, como todos, lo bueno que puede haber en mí.
No puedo olvidarme ni de David Palomo ni de Daniel Calle. Qué os voy a decir que no sepáis ya, queridos compañeros de batalla. He sido muy feliz trabajando a vuestro lado. Cuando en una sección hay tan buen rollo como ha habido en la nuestra, uno sólo puede estar orgulloso. Quien se encuentre con vosotros en el futuro tendrá suerte. Y mucha.
Tampoco puedo dejar de mencionar a gente como Diego González, que empezó con nosotros, o Rafa Plaza, posiblemente el mejor periodista especializado en tenis de España. Pero, ante todo, también grandes amigos. Como Elena Isardo, que también ha sabido calarme desde el principio. Y, cómo no, David Barreira, toda una joven promesa de nuestro periodismo que empezó como becario en Deportes y que ha ido creciendo sin parar desde entonces. Mi más sincero aliento, también, para Manuel de La-Chica. Con esa actitud e ilusión, va por el buen camino. Estoy convencido.
Más allá de Deportes, en EL ESPAÑOL convive una redacción excepcional. Con grandes profesionales, pero sobre todo grandes personas. Seguramente me dejaré nombres en el tintero, pero algunos mensajes recibidos en las últimas horas me han llegado especialmente. Cómo no voy a echar de menos a gente como Quique, Gabi, Víctor, Ainhoa, Julián, Gonzalo, Zulet, Alberto, Vicente, Dani Ramírez, Madueño, Nerea y un largo etcétera. Incluidos algunos que ya no están, como Mamen. No os rindáis nunca. Y, ante todo, no dejéis de ser como sois.
Si hoy me siento valorado dentro del que fue mi periódico, lo mismo sucede fuera. Gracias enormes a todos aquellos organismos y personas que tanto me habéis facilitado la vida. Y que me recibisteis como a uno más desde el principio. Quiero destacar, sobre todo, al equipo de prensa de la sección de baloncesto del Real Madrid y a los departamentos de comunicación de ACB, FEB, Estudiantes y ABP. A personas como Jorge Pérez, Pablo Malo de Molina, Víctor Charneco, Ibon Landa, Jordi Román, Eire García y el resto de su tropa, Manuel Laborda… Hay que cuidaros, porque vosotros lo valéis.
Y cómo voy a pasar por alto a Sergio Rodríguez. Imposible. Eres la viva imagen de la normalidad que tanto impera entre los jugadores de baloncesto, que hace aún más grandes a nuestros mejores deportistas. Me has tratado con un cariño y un respeto gigantescos desde que nos conocemos. Siempre como a uno más. Tú abriste, de alguna manera, esta etapa, porque protagonizaste mi primer gran encargo en EL ESPAÑOL. Y la cerraré contigo. Sólo puedo decir que eres muy grande y que espero seguir teniéndote cerca en lo que esté por venir. Uno no puede desprenderse así como así de la buena gente.
Y el baloncesto está poblado de personas así: Pau Gasol, Alfonso Reyes, Jorge Garbajosa, Pablo Laso, Lolo Sáinz, Javier Imbroda, Felipe Reyes, Javi Beirán, Sergio Scariolo, las chicas de la selección femenina… Normal que este deporte sea el mío. Y para siempre. Habéis sido muchos los entrevistados, siempre con un buen sabor de boca inmejorable.
Voy terminando, que ya está bien. Gracias a los compañeros de otros medios que me habéis acompañado en algunos que otros eventos. También he estado muy a gusto con vosotros: Ojeda, Lois, Manuel, Pilar, Blas, Sardi, Sergio, Darío, Isa… Eh, que esto sólo es un hasta luego. Os lo prometo.
Aunque mi agradecimiento más profundo es a los que nunca han dejado de estar a mi lado. Mi familia y mis amigos, algunos de la profesión en este último caso. Todos vosotros sabéis quiénes sois y lo que habéis hecho por mí. Mención especial para Carlos, Nacho y Amaiur. Por supuesto, esto sólo es el final del cuarto. Ni mucho menos el del partido. Habrá una y mil prórrogas si hace falta. Pero aún queda mucho para que a este periodista, ahora agente libre, le suene la bocina.
Así ha sido mi paso por EL ESPAÑOL
Si has llegado hasta aquí (perdona semejante parrafada) y tienes cualquier tipo de relación con el periodismo o la comunicación, quizá te interese tener a mano mi nuevo correo (mcamarabernabe@gmail.com) y mi teléfono (648 131 054). Hasta pronto, porque esto sólo acaba de empezar. Y lo mejor, ya sabéis, está por llegar.