Pasado y presente de Casillas en la portería


Iker Casillas ya es historia del Real Madrid. Por tanto, llega el momento de hacer balance a sus años como guardameta del equipo blanco y de comprobar si se mantiene entre los mejores porteros españoles e internacionales de la actualidad. También resulta más que conveniente indagar sobre sus competidores por el puesto de portero en su nuevo club, el Oporto portugués, y remarcar una curiosidad que quizá haya pasado desapercibida. Los datos serán nuestro mejor aliado para resolver todas estas dudas. Comencemos.

Iker_Casillas_2012

¿Casillas ha sido la mejor garantía posible para la portería del Real Madrid en estos dieciséis años?

 
El portero natural de Móstoles irrumpió con fuerza en el primer equipo madridista, adquiriendo una posición predominante que los datos respaldaron durante años. En sus comienzos como profesional, logró erigirse sobre Bizzarri e Illgner para hacerse con una titularidad que sólo le arrebataría César durante algunos partidos en 2002. Los números de Iker en cuanto a partidos, goles encajados y goles por partido le hicieron indiscutible en la era galáctica (2000-2005).
Ni Diego López en su primer paso por la Casa Blanca ni el polaco Jerzy Dudek lograron cambiar esta situación tras ocupar el puesto de César. Apenas tuvieron oportunidades y Casillas siguió mostrando unos promedios bastante bajos de goles por partido.
Adán iba camino de suceder dignamente a sus antecesores como número dos de la portería del Madrid cuando, a partir de enero de 2013, las cosas empezaron a cambiar para el hasta entonces insustituible Casillas.
Los números de Iker y también sus promedios de paradas por encuentro, que ya venían descendiendo desde hacía algunas temporadas, se resintieron especialmente a partir de su primera suplencia. Diego López, que regresó al club a mediados de la temporada 2012/2013, pasó a ser el principal dueño de la portería blanca con los datos en la mano.
Aunque Diego López fue traspasado al AC Milan en verano de 2014, parecía que el costarricense Keylor Navas también podría ponerle las cosas difíciles a Casillas. Sin embargo, no fue así, por lo que el cancerbero madrileño volvió a recuperar su condición de titular en el Real Madrid.

ACTUALIZACIÓN: dada la importancia de la estadística referente al promedio de goles por partido y a su escasa visibilidad en relación con otros datos en los gráficos anteriores, aquí va una comparación al respecto entre Casillas y otros grandes porteros de su época.

¿Casillas está entre los mejores porteros españoles en la actualidad?

 
Según los goles encajados durante el curso 2014/2015 por los principales guardametas nacionales del momento, Casillas sería el quinto portero más goleado (43 tantos). David de Gea y Kiko Casilla, que suenan con fuerza para sustituirle en el Bernabéu, encajaron 42 y 46 goles respectivamente. En la lista faltan dos fijos como Pepe Reina y Víctor Valdés debido al escaso número de partidos que disputaron la pasada campaña.

¿Y entre los mejores porteros del mundo?

 
A esta pregunta responden muy bien los dos gráficos publicados por Salvador Carmona en El Español , que podéis ver debajo. A pesar de continuar dando guerra, la vieja guardia de las porterías empieza a dar el relevo a las nuevas generaciones. Imagen-EUROPA Casillas-Europa

¿Qué se va a encontrar Casillas en Oporto?

 
El brasileño Helton ya no goza de la entidad de antaño debido a su elevada edad (37 años) y a las lesiones, que le quitaron la titularidad en beneficio del ya traspasado Fabiano. En teoría, él partirá como segundo portero, ya que Andrés Fernández no ha cumplido las expectativas que Julen Lopetegui depositó en él hace un verano. Los problemas físicos llegaron a convertir al murciano incluso en el cuarto guardameta del equipo, con Ricardo Nunes por delante en cuanto a jerarquía.

Todo parece estar preparado para que Casillas asuma la titularidad en la meta del conjunto portugués. De todas formas, comparemos el rendimiento de estos cuatro hombres durante las últimas cinco temporadas.

Bonus: el último superviviente galáctico

 
Con la salida de Iker Casillas del Real Madrid, el club blanco da carpetazo definitivamente a la tan manida era galáctica. ¿Quieres saber qué ha sido de los principales exponentes de aquella millonaria conjunción de estrellas futbolísticas? Pincha en la imagen inferior y descubrirás un once titular interactivo del Real Madrid durante la temporada 2004/2005, la última en la que coincidieron los Figo, Zidane, Raúl y compañía.

Galácticos

 FOTO galácticos: Agencias.

El hombre de Vitruvio del baloncesto español


Quién le iba a decir a Juan Carlos Navarro un 23 de noviembre de 1997 que ya tenía álter ego baloncestístico nada más debutar con el primer equipo del Fútbol Club Barcelona. Entonces ni él ni nadie lo sabía, pero en las Islas Baleares empezaba a gestarse la leyenda de un hombre que revolucionaría para siempre la posición de alero en el baloncesto español y europeo. Por aquel entonces solo contaba con doce años, pero Rodolfo Fernández Farrés (Palma de Mallorca, 1985) ya tenía muy claro qué quería ser de mayor: deportista.

Los amoríos deportivos de Rudy no pudieron ser más precoces. Su primer hobby fue montar a caballo en la finca de unos amigos cuando únicamente contaba con 3-4 años. Poco después, la cosa se puso más seria, ya con parquet y balones de por medio. Sin embargo, lo que Rudy tuvo delante en sus primeros pasos como deportista no fueron aros, sino porterías. El joven mallorquín se inició en el fútbol sala y, al no irle mal, decidió probar suerte en un territorio mayor: los campos de tierra e incluso de hierba.

Parecía que el deporte rey había encontrado a un delantero portentoso para su causa. El pequeño de la familia Fernández marcaba goles a centenares con tan solo siete años e incluso llegó a despertar el interés del mismísimo Real Club Deportivo Mallorca. Sin embargo, otro deporte había comenzado a ocupar los pensamientos de Rudy con mayor intensidad que el fútbol: el baloncesto. Aquella disciplina que ya habían practicado con éxito Rodolfo y Maite, sus padres, y en la que comenzaba a curtirse Marta, su hermana. A partir de entonces, Rudy pensaría en pelotas de color naranja 24 horas y siete días a la semana.

No tendría que desplazarse muy lejos para dar rienda suelta a su nueva afición. El San José Obrero, equipo que ya le había acogido en su etapa como futbolista, sería el escenario de los pinitos de Rudy Fernández en el deporte de la canasta. Lo hizo tan bien que un día llegó la tan esperada llamada de un equipo de primer nivel: el Joventut de Badalona, el mismo club donde sus padres habían jugado a nivel profesional en el pasado. Tocaba dejar en Mallorca a la familia y a los amigos para cumplir su sueño. Era una decisión difícil, pero Rudy la tomó con seguridad. Tenía claro que las cosas iban a irle bien.

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El físico privilegiado del jugador balear fue desarrollándose a medida que iba quemando etapas en la cantera verdinegra, al igual que su altura. Rudy era un talento en ciernes que tampoco pasó desapercibido para la Federación Española de Baloncesto, que no tardó en reclutarle para las categorías inferiores de la selección. Con el combinado nacional consiguió el bronce en el Europeo sub16 de Riga en 2001 junto a otros notables jugadores como Marc Gasol, Saúl Blanco o Rodrigo San Miguel. Un año después llegaría la medalla de plata en el prestigioso Torneo de Mannheim.

La posición natural de Fernández era la de alero, pero tampoco se desenvolvía mal como escolta. Su versatilidad y progresión no pasaron desapercibidas para un viejo zorro de los banquillos españoles como Manel Comas. ‘El Sheriff’ hizo debutar a Rudy en ACB un 7 de abril de 2002 ante el Real Madrid con 17 años recién cumplidos. Aquel minuto y 22 segundos de juego contra el conjunto blanco tendría su reválida en los tres siguientes encuentros que el jugador disputaría en la competición, que serían precisamente ante el mismo rival. La grandeza tocaba a la puerta del mallorquín cada vez con más insistencia. A mediados de 2003, Rudy estaba listo para abrazar el profesionalismo. El Torneo de L’Hospitalet y el Campeonato de España junior supusieron el canto del cisne de su edad del pavo, logrando el trofeo MVP en ambos casos junto con la victoria del Joventut en la primera competición.

La explosión definitiva de Fernández llegaría en la competición más apta para los ‘flashes’ y los focos de todo el baloncesto español: la Copa del Rey. Sevilla 2004 convirtió a Rudy en un jugador de dominio público gracias a los 15,7 puntos, 5,7 rebotes, 2,7 asistencias, dos recuperaciones y un tapón que promedió durante el torneo. El mallorquín se colocó por lo menos a la altura de La Giralda con su espectacular alley-oop a pase de Josep María Guzmán en la final copera. El Joventut no pudo derrotar en el partido por el título al por entonces todopoderoso TAU Cerámica de Vitoria, pero sí se llevó a casa la importantísima mayoría de edad baloncestística del joven Rudy. Un paso de niño a adulto certificado con un MVP, el más joven de la historia y el único sin vitola de campeón. Incontestable. La primera convocatoria de Fernández con la selección absoluta para disputar los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 solo aumentó las expectativas a su alrededor. Aquel chico había llegado para quedarse.


Sin embargo, las cosas no fueron tan bien la siguiente temporada. Rudy no lograba ser el mismo del año anterior y su juego sufrió un bajón animado por los percances físicos y la irregularidad. La participación con España en el Eurobasket de Serbia tampoco ayudó a mejorar sus sensaciones. ¿Su ascenso había sido un espejismo? No, ni mucho menos. Las aguas volverían a su cauce en la temporada 2005-2006, donde Rudy puso Badalona patas arriba para traer a la ciudad el primer título europeo del Joventut en mucho tiempo: la Eurocup.

La compañía de jugadores como Álex Mumbrú, Elmer Bennett o Marcelinho Huertas tuvo mucho que ver, al igual que la sapiencia de Aíto García Reneses en el banquillo verdinegro. A Rudy todavía le quedaba por vivir uno de los mejores momentos de su carrera gracias a la selección española. El oro en el Mundial de Japón 2006 tuvo al alero mallorquín como uno de los componentes fundamentales de la segunda unidad rojigualda. Fue en tierras del Sol Naciente donde se fraguó su letal asociación con otro talento en ciernes, Sergio Rodríguez: el mayor acicate posible para los muelles del tren inferior de Rudy.

Los mates ya se habían convertido en la principal seña de identidad del jugador balear desde hacía tiempo. No tardó en demostrarlo también en la Euroliga, donde un alley-oop postrero que llevó su firma sirvió para derrotar a Unicaja en un encuentro de la primera fase de la temporada 2006-2007. Rudy ya era el líder indiscutible del Joventut y como tal no puso reparo alguno a la hora de hacer de ‘cicerone’ del nuevo diamante por pulir del equipo: Ricky Rubio. La asociación entre ambos germinó por completo en 2008, durante la Copa del Rey de Vitoria. Fernández volvió a coronarse entonces en el torneo copero, esta vez con triunfo colectivo que añadir al MVP individual. Su Joventut había tocado techo tanto a nivel doméstico como continental, con la ULEB Cup como segunda conquista de la temporada. No obstante, Rudy aún distaba mucho de alcanzar su cénit.


Los Juegos Olímpicos de Pekín no tardarían en ratificar los límites insospechados de sus aspiraciones. En China, Fernández tuvo vía libre para hacer y deshacer en la pista con el beneplácito de Aíto desde la banda. Se convirtió en el segundo referente de la selección española en aquel torneo, relegando a Juan Carlos Navarro a un papel secundario al que ‘La Bomba’ no estaba ni mucho menos acostumbrado. La jugada salió bien y, de nuevo, un mate de Rudy pasó a la historia. No fue uno cualquiera, sino uno realizado en toda una final olímpica contra Estados Unidos y elevándose por encima de un mastodonte como Dwight Howard. La plata tuvo un sabor más dulce de lo normal gracias a momentos como ése. En Europa ya quedaba poco camino por recorrer. Había llegado la hora de medirse de tú a tú con los herederos de James Naismith. La NBA esperaba a Rudy Fernández tras su bautismo internacional de la mano del movimiento olímpico. Una vez más, con la referencia del hogar familiar, ya que su hermana Marta había llegado a Los Angeles Sparks de la liga femenina estadounidense un año atrás.

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Parecía que, por fin, un español iba a romper el tradicional mal fario patrio y europeo con la camiseta de Portland Trail Blazers. El ‘rookie’ Fernández no pudo empezar con mejor pie su aventura, convirtiéndose en el primer participante extranjero del Concurso de Mates y también en el mejor novato triplista de la historia de la NBA. Fueron precisamente los triples los que llevaron a la perdición a Rudy en Estados Unidos. Su entrenador, Nate McMillan, le encasilló en un papel de especialista en el que nunca se sintió cómodo. Ni la dupla ofensiva que formó durante algún tiempo con su inseparable Sergio Rodríguez salvó al mallorquín, condenado al ostracismo a partir de su segunda temporada como emigrante. Tan solo la selección española hacía que el fusil en el que se convertían las manos de Rudy con el balón entre ellas volviese a estar atinado. También empezó a llamar la atención en él una actitud defensiva que no tardaría en convertirse en una de sus principales señas de identidad. El primer oro español en el Eurobasket (2009) calmó un poco los ánimos del jugador frente a las penurias que vendrían después. Nada le hizo resistirse a ceder en el intento de volver a convertir en sueño su pesadilla americana. Al menos en un primer momento, pues la paciencia de Rudy también tenía un límite.


El cambio empezó a barruntarse en verano de 2011, cuando Fernández fue traspasado a unos Dallas Mavericks en los que ni siquiera llegaría a debutar. El cierre patronal de la NBA fue la excusa perfecta para tantear cómo estaban las cosas en Europa, a cuyo baloncesto tanto ansiaba regresar. Curiosamente, el destino de Rudy se cruzó con el de aquel equipo al que se había medido en sus primeros compases en la ACB: el Real Madrid. Tan solo tres meses con el equipo blanco sirvieron para confirmar que la maquinaria del jugador estaba a pleno rendimiento. Solo necesitaba un engrase en condiciones para volver a ser el de antes.

Tampoco se le proporcionó a su vuelta a la NBA de la mano de Denver Nuggets. Su espalda, maltrecha desde su experiencia en Portland, tampoco ayudó lo suficiente. En verano de 2012, se confirmó lo inevitable: Rudy sacrificaba un reinado poco probable en la mejor liga de baloncesto del mundo por una jerarquía prácticamente asegurada en el Viejo Continente. Así lo demostraba una y otra vez vestido con la camiseta de España, junto a la que seguía engrosando su palmarés gracias al segundo oro consecutivo de la selección tanto en el Eurobasket (2011) como en los Juegos Olímpicos (2012).

Rudy_Fernandez_Eurobasket_2011

Madrid no tardó en convertirse en una plaza idónea para Fernández. Allí ha logrado consolidarse como alero después de sus devaneos como ‘2’, formando un tridente juvenil lleno de talento y de descaro junto a Sergio Rodríguez y Sergio Llull. El imán de Rudy para las Copas del Rey ha ratificado su magnetismo con dos títulos consecutivos (2014 y 2015), conquistando un nuevo MVP en la última edición copera. Además, el jugador mallorquín también ha podido estrenar su cuenta de Ligas (2013) y de Supercopas (2012, 2013 y 2014). Todo gracias a la consagración definitiva de una exuberancia física pocas veces vista en un jugador de su posición. Ésta le permite seguir desarrollando sus dotes para la anotación a la vez que lidera la defensa del equipo. Una multiplicación capital también en la selección española, el otro escenario en el que se desea apresar el liderazgo de Rudy por muchos años tras el bronce europeo de 2013 y la decepción del pasado Mundial.


Todavía queda mucho por escribir en el futuro de Rudy Fernández. Él mismo remite a los tiempos que aún están por venir tras su giro de tuerca magistral a una posición de alero que no ha dejado de reinventarse desde que la ocupó por primera vez. Los cánones de perfección del ‘3’ moderno se asemejan mucho a los suyos. Los de un particular Hombre de Vitruvio con dos pelotas de baloncesto posadas sobre ambas manos.

Este artículo fue publicado en el número 17 de la revista MARCA Plus

El don de la oportunidad


Hay personas que tienen la especial habilidad de estar siempre en el lugar adecuado en el momento oportuno. Nada ni nadie les achanta, ningún reto les viene pequeño o grande. Su confianza es inquebrantable y son un remanso de paz, de sangre fría, en las situaciones más peliagudas. Sergio Llull (Mahón, Menorca, 1987) cumple todos estos requisitos a través de un liderazgo quizá más silencioso que el de otros, pero igualmente patente.

El baloncesto eligió para su selecta grupeta a este auténtico Correcaminos de las canchas incluso antes de que tuviese uso de razón. Su padre, Paco, fue el mejor precursor posible. Alero y tirador en otro tiempo, a buen seguro que la genética echó una mano a la hora de inculcar cualidades y amor por el deporte de la canasta similares en su retoño Sergio. Algo ayudaría también el CB La Salle Mahón, el club donde el joven Llull se formó y del que su progenitor fue presidente. Allí tuvo lugar el primer gran encontronazo de Sergio con sus talentos baloncestísticos. 71 puntos en un partido disputado como cadete supusieron la primera advertencia: aquel chico tenía olfato de depredador. Aquel chico tenía el don de la oportunidad. La que le llevó a ganar el oro en el Europeo sub18 de 2004 y la plata en el Europeo sub20 de 2007. La que le convirtió en el base titular indiscutible de aquel combinado junior en un santiamén. La que le posibilitó ser, a sus 18 años, una de las cartas con las que Manresa se jugó la permanencia en ACB en la primavera de 2006.

Llull no tardó en refrendar su mayoría de edad en las canchas. Sus tres primeros partidos con el conjunto manresano se saldaron con tres victorias y una inclusión en el Top 10 de las mejores jugadas de la competición en su debut en el Nou Congost. Sergi, como se le conocía por aquellos lares, le había puesto un tapón a la precocidad. Sin embargo, el primer coqueteo del menorquín con la élite acabó virando hacia un final triste. Manresa acabó el curso descendiendo a LEB, donde la joven promesa del equipo esperó su momento sin perder ni un ápice de trabajo y de progresión. La oportunidad volvió a llamar a la puerta un 10 de mayo de 2007. Quien la golpeaba, por fortuna y por sorpresa, era el Real Madrid. Esta vez tocaba jugar por un objetivo mayor: el título de Rey del baloncesto español. Aquél que acabaría consiguiéndose un mes después ante el eterno rival, el FC Barcelona. Una vez más, Sergio estaba allí.

Sus minutos en el conjunto blanco fueron aumentando sin pausa pero sin prisa, acompañados de un dorsal tan mágico como el 23. Sergio rendía tanto de base como de escolta y su descaro estuvo a punto de convertirle en el Jugador Revelación de la ACB en su segunda temporada completa en el Madrid. Ese verano de 2009 le esperaba un premio mucho mayor: el debut con la selección española absoluta. La confianza en sus posibilidades por parte de otro Sergio, el seleccionador Scariolo, fue tal que Llull tuvo en sus manos el destino de un encuentro capital contra Turquía en la segunda fase del Eurobasket. Entonces el debutante pagó la novatada fallando la bandeja de la victoria, pero no fue así en la final en la que España arrebataría el oro continental a Serbia. Mahón volvía a estar representada en otro hito y su hijo pródigo exigía galones para sí.

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Empezó a tenerlos cada vez más en un Madrid sumido en la zozobra. A pesar del oscurantismo en el que se vio sumido el banquillo de la capital durante la era Messina y la regencia de Molin, Llull empezó a ser el líder que reclamaba el madridismo. Él fue una de las caras visibles del equipo en 2011, cuando el conjunto blanco disputó su primera Final Four europea en quince años. La inexperiencia fuese una losa imposible de solventar en aquella cita, pero ahí quedó la inclusión de Sergio en el segundo mejor quinteto de la Euroliga. Su temporada quedó cerrada de forma magistral con el segundo Eurobasket consecutivo junto a España.

Las tornas empezaron a cambiar a nivel de clubes gracias a la madurez de los jóvenes talentos madridistas. La hegemonía del Barça de Xavi Pascual empezó a decaer ante el empuje de un técnico novel en banquillos grandes como Pablo Laso y la Copa del Rey regresó a las vitrinas blancas. El MVP de la final fue para el Sergio menorquín de forma indiscutible tras 23 decisivos puntos (5/7 en triples). La satisfacción fue doble al asaltar el Palau Sant Jordi, feudo rival. Sin embargo, la consecución de la liga aún tendría que esperar. No así la consagración de un Llull desatado como mejor base de la competición española.

Tras un nuevo éxito de la mano de la selección española gracias a la plata olímpica de 2012, Llull siguió cosechando logros y elogios de la mano del Real Madrid. Supercopa y Liga no tardaron en caer, pero el Viejo Continente se resistía. La Europa a la que Sergio había avasallado junto a sus compañeros de la selección parecía un coto inalcanzable vestido de blanco. Ni Olympiakos ni Maccabi le dieron ese placer en las dos finales continentales consecutivas de 2013 y 2014. Regusto amargo para un equipo, el suyo, que durante esos dos años practicó a todas luces uno de los mejores baloncestos que se recuerdan a este lado del planeta. Se trataba del Madrid de los Sergios, Rodríguez y Llull, porque el 2014 también fue el año del jugador menorquín.

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Todo por un clímax. El que tuvo lugar en la final copera de la pasada temporada. El Clásico, por enésima ocasión, se veía abocado a una resolución in extremis. El Barça era el virtual ganador a falta de ocho segundos para la conclusión, pero Llull aún no había dicho la última palabra. Su tocayo Rodríguez subió la bola a toda velocidad para intentar revertir la situación mientras él se colocaba en el lugar adecuado. Apresado por los brazos de la defensa azulgrana, Sergio se desprendió del balón para dárselo al otro Sergio, que esperaba solitario desde la esquina. Era el momento oportuno. La décima de segundo que admiraron el resto de mortales se convirtió en un bucle infinito para el de Mahón. La recreación en SU jugada, SU triple, aquella tan magistralmente ejecutada, aquél tan soberbiamente lanzado, bien valía una victoria. Sergio lo había vuelto a hacer. Su coraje, su carisma y sobre todo su oportunidad habían vuelto a imponerse al tiempo. En esta ocasión, de una vez por todas.

Pasarán los años y las temporadas. Mejorará o empeorará su rendimiento. Permanecerá fiel a los colores del Madrid o cambiará de equipo. No obstante, Sergio Llull siempre será, cual Ignacio Solozábal del siglo XXI, el héroe de la Copa 2014. Para bien o para mal, el jugador balear es talismán de la victoria. Aquella que le sonrió más que nunca un domingo cualquiera. Sí, los fantasmas quedaron bien enterrados en la ciudad polaca de Lodz.

Este artículo fue publicado en el número 15 de la revista MARCA Plus

Lo mejor de mi etapa en Marca.com: Campazzo y Nocioni brillan como fichajes ACB en el Mundial


De los 24 jugadores pertenecientes a la ACB que compiten estos días en el Mundial, nueve son recién llegados en sus respectivos clubes. El Real Madrid, con tres altas, es el club que más jugadores de nueva factura está exhibiendo en el campeonato. Éstas son las selecciones y las estadísticas de los fichajes del verano en nuestro baloncesto.

Argentina: Facundo Campazzo y Andrés Nocioni (Real Madrid)

 
La imprevisibilidad de Campazzo en la dirección de juego está causando estragos a los rivales argentinos, mientras que la veteranía y polivalencia de Nocioni han asegurado alguna que otra victoria a la albiceleste. Especialmente destacado es el caso del base, que ha recibido elogios de todo tipo durante lo que llevamos de torneo.

Campazzo: 8.8 puntos, 1.6 rebotes y 5 asistencias por partido (26 minutos).

Nocioni: 9.8 puntos, 5.2 rebotes y 0.8 asistencias por partido (26 minutos).

Australia: Chris Goulding (Zaragoza)

 
El nuevo escolta del conjunto maño sólo ha disputado dos partidos en lo que llevamos de Mundial, que le han valido para convertirse en el tercer máximo anotador de los aussies. Sin embargo, no ha promediado ni una sola asistencia.

Goulding: 12.5 puntos y 4.5 rebotes por partido (20 minutos).

Brasil: Raulzinho Neto (Murcia)

 
El base está cuajando un Mundial notable como relevo de Marcelinho Huertas. Su velocidad al contragolpe ha asegurado una buena suma de puntos a la ‘Canarinha’ durante sus minutos en cancha.

Neto: 5.2 puntos, 1.8 rebotes y 2.6 asistencias por partido (16 minutos).

Grecia: Kostas Vasileiadis (Unicaja)

 
El letal escolta griego está cumpliendo como parte destacada de la segunda unidad helena, con un 33.3% de acierto desde la línea de tres.

Vasileiadis: 5.6 puntos, 2 rebotes y 0.2 asistencias por partido (14 minutos).

Lituania: Jonas Maciulis (Real Madrid)

 
Los minutos de peso en el puesto de alero son suyos en el combinado lituano, destacando sus 19 puntos ante Eslovenia.

Maciulis: 7 puntos, 2 rebotes y 0.4 asistencias por partido (19 minutos).

México: Román Martínez (Andorra)

 
El que se presupone uno de los principales refuerzos del proyecto andorrano en su regreso a la ACB no está disfrutando de muchos minutos. A pesar de todo, el alero ha protagonizado una de las grandes jugadas del Mundial.

Martínez: 3.5 puntos, 1.2 rebotes y una asistencia por partido (10 minutos).

Serbia: Stefan Markovic (Unicaja) y Stefan Bircevic (Estudiantes)

 
El nuevo escolta malagueño ha estado en cancha durante buena parte de la primera fase de Granada, mientras que la esperanza estudiantil bajo tableros tiene su tope en los 19 minutos ante Egipto.

Markovic: 4.2 puntos, 2.2 rebotes y 3.2 asistencias por partido (22 minutos).

Bircevic: 4.8 puntos, 3 rebotes y 0.2 asistencias por partido (10 minutos).

Publicado en Marca.com el 6 de septiembre de 2014

El décimo reino


París (2), Madrid, Bruselas (2), Stuttgart, Glasgow (2), Amsterdam y desde el pasado sábado Lisboa conforman los dominios europeos de un Real Madrid que al fin consiguió el ansiado décimo reino. La conquista fue ardua y tardó doce largos años en gestarse, con una inversión monetaria descomunal. Muchos pasaron por el club de Concha Espina para lograr el cetro continental sin éxito, pero todo acabó un 24 de mayo de 2014. Nada de calma y sosiego, sino de sudor de gota gorda.

real madrid champions 2014

El porqué de este sufrimiento se explica inmediatamente. Enfrente estuvo un equipo que durante esta temporada ha convertido la resistencia en su territorio natural, que ha sido capaz de soportar todo y a todos en busca de un único objetivo: la gloria. El Atlético de Madrid tuvo su primera Liga de Campeones en la mano hasta el minuto 60 de partido. Hasta entonces todo había transcurrido de forma muy favorable a los intereses de Diego Pablo Simeone y los suyos. Partido anodino, de pocas ocasiones y fútbol, en el que un cabezazo de otro de los Diegos eternos de este Atleti, Godín, a la salida de un córner bien pudo ser decisivo. Así lo parecía hasta que el reloj marcó los quince-veinte minutos en la segunda parte. Fue entonces cuando la suerte empezó a cambiar para un Madrid hasta entonces timorato y gris, digno de los últimos partidos ligueros. Los de blanco empezaron a rondar la portería del joven Courtois cada vez con mayor frecuencia y oportunismo; el gol debía llegar, pero no lo hacía. El tiempo jugaba en contra de un favorito por galones que se veía superado por el despliegue físico de doce hombres sin piedad (la afición colchonera también subió y bajó la banda una y otra vez) y con una voluntad inagotable.

Nadie conseguía traspasar las redes de la portería rojiblanca hasta que llegó el gol de la infamia, de la porca miseria, de la crueldad infinita. Más si cabe por dos razones: la inoportunidad del momento (minuto 93 del encuentro, restando dos para el final del quizá desmesurado tiempo extra) y el método de gestación del tanto, de nuevo un saque de esquina. Dolorido por el fondo y por las formas, el espíritu combativo del Atlético murió tras el testarazo lleno de rabia y codicia de Sergio Ramos. Pasaban seis minutos de las diez y media de la noche. La hora era más propicia para la cena que se convertiría en banquete y a su vez en festín. El hambre había llegado a la tropa madridista para quedarse, aunque algunos tuvieran menos apetito que de costumbre. La justicia, ésa que dicta que a cada uno se le debe conceder lo suyo, no fue benévola esa noche. La final debió concluir su historia con el gol de Gareth Bale, que significaba un 2-1 del Real en la prórroga. La victoria mereció ser pírrica ante el esfuerzo descomunal de los Gabi, Koke y compañía. Acabaron pesando las piernas, pero nunca la convicción.

Simeone fue el primer representante de la religión atlética en Lisboa, su abogado defensor más vivaz fuera y dentro del terreno de juego. El seguidor atlético posee un fervor tan embriagador, sufrido y confiado que suscita admiración a borbotones. Ese caminar junto al equipo hasta los confines de la Tierra hace mayor la gesta continua e indudable en la que se ha convertido esta temporada rojiblanca. Un cambio de aires necesario para nuestro fútbol que el título continental que durante 93 minutos perteneció al Atlético pudo engrandecer aún más. Costa y Turan habrían ayudado lo suyo de haber concurrido sanos a la cita.

atlético de madrid champions 2014

Los dos goles con los que se finiquitó el marcador (4-1 final) tan sólo añadieron un halo de triunfalismo al regreso del Real Madrid a la cima europea. Ramos, como ya hiciera en Múnich, marcó el camino a seguir a sus compañeros y salvó a Iker Casillas de una condena atroz. Su fallo en el gol atlético bien podría haber abierto la caja de Pandora en caso de derrota, pero acabó quedando en el olvido. No serán tan díficiles de recordar los excesivamente egocéntricos gestos de Cristiano Ronaldo (desaparecido le pese a quien le pese) y Raphael Varane en los compases finales de la tonada. A pesar de esos deslices de orgullo, la deportividad acabó primando y se reconoció el temple del adversario. Ancelotti trajo de vuelta las buenas formas, también un segundo plano que ha sido de vital importancia para que su plantilla alcanzase las cotas que se le presuponen. Ojalá su directiva le escuche y mantenga en nómina a hombres como Di María o Modric, más importantes de lo que parecen en el esquema blanco.

No hay mejor final que la que se gana apelando a la épica y ésta lo fue. Por la intensidad, por la emoción y por la dignidad mostrada por unos y por otros. Cibeles, Neptuno, Madrid y España deben estar muy orgullosos de lo acontecido el sábado en la vecina Lisboa. El prestigio de nuestro fútbol no pudo quedar más revalorizado y el futuro de estos dos magníficos exponentes se presume apasionante. El Real, como siempre no conforme en su mar de grandeza, intentará luchar por la undécima Orejona lo antes posible. El Atlético, orgulloso de lo conseguido pero a la vez sufridor en silencio por la derrota de tintes muniqueos y schwarzenbeckianos, tratará por todos los medios de que esta epopeya no sea un hecho aislado. Mi consejo para ambos es simple: carpe diem, porque todo será más difícil en los tiempos venideros.

Revive la final íntegra

FOTOS: Marca y As

El Sanedrín de Muchodeportivo: final de Champions League


Al fin llega la ansiada final de Champions League en la que el fútbol español estará representado por partida doble: Real Madrid y Atlético de Madrid. Por eso, es tiempo de previa y opinión de la mano de un servidor y de nuestras firmas invitadas en nuestro Sanedrín. El nuevo campeón de Europa será madrileño y hablará castellano.

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El autor

El gran protagonista de la segunda final española en la historia de la Champions League es sin duda Madrid. La capital española vivirá una noche de gala gracias al duelo que enfrentará a Real Madrid y Atlético de Madrid en la vecina Lisboa. Curiosamente, cuando el árbitro pite el inicio del partido se cumplirán 14 años de la anterior final de Liga de Campeones monopolizada por el fútbol español. Real Madrid y Valencia se disputaron el título continental también un 24 de mayo, pero del año 2000. Los blancos acabaron imponiéndose por 3-0.

No parece fácil que el Real iguale en esta ocasión el abultado registro goleador de sus antecesores. Enfrente tendrá a un Atlético que, como aquél Valencia de Cañizares, Mendieta y ‘Piojo’ López entre otros, llega con la moral por las nubes al encuentro por el título europeo. Su fascinante periplo en las rondas previas de la competición obliga a soñar con la victoria a la afición colchonera, aún más optimista si cabe tras el merecido título liguero.

El estado físico de dos hombres clave como Diego Costa y Arda Turan es la única incertidumbre de un equipo que parte con ventaja en cuanto a sensaciones en esta final. Jugar hasta las últimas consecuencias y aprovechar toda ocasión posible (en especial contragolpes y balón parado) serán las máximas a seguir por los gladiadores del Cholo Simeone. Él es el gran artífice de la catarsis rojiblanca y el corazón de ese sentimiento, esa manera de vivir que transmite el Atleti. Las pupas ya quedan muy atrás.

Por otra parte, el Real Madrid será quien tenga la experiencia de su lado en esta batalla. A los de Concha Espina les contemplan nueve títulos de Copa de Europa en doce finales y no se veían en una oportunidad así desde 2002. Tal es la importancia que tiene para los blancos este evento que bien podría decirse que su errante caminar en Liga durante las últimas semanas se debe a Lisboa y a lo que allí suceda.

El Madrid ha cuajado su mejor temporada europea de los últimos años, de eso no hay duda. Ancelotti y los suyos parecen empeñados en acabar de una vez por todas con el mito de la décima Liga de Campeones y así se espera que lo demuestren en el campo. Si el rendimiento ofensivo del equipo es el de las grandes noches, el triunfo será más factible. Cristiano Ronaldo (también renqueante y al que acompañan Pepe y Benzema en la enfermería) será la gran esperanza blanca en lo que a todas luces debe ser una gran fiesta de nuestro fútbol.

Ojalá el partido esté a la altura de este magnífico broche a la temporada. Si hay que elegir a uno de los dos me quedo con el Real Madrid, ya que ésta es la oportunidad que lleva esperando desde hace doce años y no debería dejarla escapar. No obstante, estoy convencido de que el Atlético tendrá sus opciones de victoria y las peleará como acostumbra.

Sixto Miguel Serrano (Canal Plus)

La final de Lisboa medirá dos estilos absolutamente diferentes. El Atlético es el ejemplo perfecto de lo que significa la palabra equipo. Un granítico bloque perfectamente entrenado y dirigido por Simeone y Burgos. Esfuerzo, solidaridad, trabajo y unión que, a través del tacticismo y la estrategia, encuentran el camino hacia el éxito.

El Real es otra historia. Mezcla de estrellas que buscan su lucimiento individual y que casi nunca forman un equipo de verdad. Pero si quieren, pueden, como demostraron aplastando al Bayern Múnich. Para superar al coriáceo Atlético, los madridistas tendrán que repetir el dibujo ante los alemanes (4-4-1-1 o 4-4-2) y emplearse con el mismo espíritu de sacrificio.

Yo no creo en las estrellas y sí en los equipos, pero ganará el Real Madrid. Tiene en su plantilla al único jugador que se sentiría muy cómodo en los dos equipos, el único que se adapta perfectamente a dos estilos tan antagónicos. Tan bueno como cualquiera de sus compañeros y tan trabajador como cualquiera de sus rivales. Juega como una estrella y trabaja como un peón. Veo a Ángel Di María ganando la décima Copa de Europa para el Real Madrid.

Rafael Sahuquillo (Radio Marca)

Es la primera vez que sucede en la historia de la Champions: este sábado dos equipos de la misma ciudad se enfrentan por el cetro continental. En Lisboa veremos caer la Décima del Madrid o la Primera del Atlético. Pase lo que pase, el Estadio del Benfica albergará una fiesta del fútbol español.

La experiencia en finales del Madrid ante el descaro y la capacidad competitiva de un equipo, el Atleti, que llega con el subidón de haber ganado la Liga 18 años después. Simeone juega al despiste con Costa, aunque con una micro rotura, el de Lagarto podría perderse la final. Cristiano ha estado a punto de perdérsela por culpa de su voracidad. Aún mermado, el de «Madeira» (aunque a veces parezca de acero) quiere levantar su primera Orejona de blanco. 12 años después, al Madrid se le presenta la oportunidad de ser otra vez campeón de Europa. El problema es que enfrente tendrá a un equipo al que Aragonés está guiando desde el cielo para tocar la gloria futbolística que el Bayern le arrebató hace 40 años. La suerte está echada. Abran juego. Lisboa fala español.

Fran Guillén (JotDown, ZoomNews. Autor de «Diego Costa. El arte de la guerra«)

Noventa minutos para tocar, al fin, la Décima y resulta que al Real Madrid le cae enfrente quizá el equipo más correoso y militar de los últimos tiempos. Justo el tipo de rival que nadie querría tener en lontananza en un momento tan peliagudo. Como el Vietcong, los soldados de Simeone no dudarán en tender mil emboscadas y forzar cualquier escabechina ante el todopoderoso Madrid de los Apache y el napalm. Con potencial de fuego sobrado a pesar de las bajas, los de Ancelotti deberán rezar porque, teniendo a Xabi Alonso en la grada, su cerebro de reemplazo esté a la altura de la cita. Los atléticos, partido a partido, están a sólo uno de ser los mejores colchoneros de todos los tiempos. Si no aparece antes un Schwarzenbeck blanco, alegre y risueño como las mocitas.

FOTO: Más por Más

Mas lo que ahora pase, ya pasó otra vez


24 de mayo de 2000. El flamante Stade de France de París, convidado de piedra en el Mundial logrado por Francia dos años atrás, asiste a un acontecimiento inaudito en la historia del fútbol europeo. Por primera vez y acercándose ya a su cincuenta aniversario, la Liga de Campeones (sempiterna Copa de Europa) acoge a dos equipos de idéntica nacionalidad en su final. El balompié español es el merecedor del hito, con Real Madrid y Valencia como exponentes.

A un lado del césped, al Real le atenazan los nervios del que se sabe y siente favorito ante la posibilidad de levantar su octavo título en la competición. París es una ciudad fetén para la gesta. Fue allí, en el vecino Parque de los Príncipes, donde los Di Stéfano, Gento y Rial cantaron el primer alirón continental de la historia en 1956. En la otra mitad del campo, el Valencia espera envalentonado ante la posibilidad de dar la campanada en su primer contacto con la Orejona. Luchar en la batalla decisiva es todo un triunfo para el conjunto ché, soñador incansable desde la fase previa disputada el agosto pasado. En las gradas, unos 50.000 españolitos de pro jalean a unos y otros con el ánimo de disfrutar de un espectáculo a la altura de las circunstancias.

La temporada europea de ambos finalistas es prácticamente impecable. Nueve victorias, tres empates y cuatro derrotas en 16 partidos (32 goles marcados y 23 recibidos) para el Madrid, optimista tras superar a Manchester United y Bayern de Múnich en los cruces. Los focos se centran en Anelka, decisivo en semifinales e indiscutible protagonista para la prensa gala. Nadie parece acordarse ya del comienzo de temporada, culpable del fracaso liguero de los madrileños y de la rauda despedida de John Benjamin Toshack como técnico blanco. Vicente Del Bosque, hombre de la casa y sin experiencia en banquillos de enjundia, ha conseguido traer la calma a Concha Espina, al menos en el escenario europeo. La Copa del Rey tampoco ha sido portadora de buenas noticias, así que la Champions es el último trozo de pan que llevarse a la boca para una plantilla obligada sine qua non a vencer.

Real M 2000

Por su parte, al Valencia le contemplan diez victorias, cuatro empates y cuatro derrotas en 18 partidos entre los campeones (31 goles marcados y 15 recibidos). Los pobladores del río Turia también apuestan todo a reinar en Europa tras un curso liguero muy parecido al de sus rivales. Las inmensas dudas que generaba el equipo bajo los mandos del argentino Héctor Cúper se han tornado en apoyo masivo tras un rendimiento inesperado y sobresaliente en la competición foránea. Los ché acabaron primeros en la fase de grupos inicial y segundos en la liguilla de octavos, goleando tanto a la Lazio como al FC Barcelona en cuartos de final y semifinales respectivamente. El 5-3 en el global de ambas eliminatorias es el mejor acicate para una plantilla que, no conforme con esto, también compitió de tú a tú con Bayern, PSV y Fiorentina entre otros equipos de peso. Algunos de los mejores centrocampistas del momento rinden pleitesía al Valencia: Mendieta, Gerard, Angulo, ‘Kily’ González, Farinós. A todos ellos se les reclama desde varios puntos del Calcio italiano con vistas a la próxima temporada.

El momento de la verdad ha llegado. En el campo forman Casillas, Iván Campo, Helguera, Karanka, Míchel Salgado, Roberto Carlos, McManaman, Redondo, Morientes, Anelka y Raúl por parte del Madrid; Cañizares, Djukic, Pellegrino, Angloma, Gerardo, Mendieta, Gerard, Farinós, ‘Kily’ González, Angulo y ‘Piojo’ López representan al Valencia. En el palco comparten confidencias Lorenzo Sanz y Pedro Cortés, presidentes de ambos equipos, junto con el Príncipe Felipe y el resto de autoridades futbolísticas y políticas de rigor. En el área técnica se contrapone Cúper y su “Nos merecemos lograr esta Copa” con “El fútbol se juega mejor bajo presión” de Del Bosque.

Los capitanes, Fernando Redondo en representación de un Madrid que hoy viste de negro y Gaizka Mendieta como estandarte de un Valencia con zamarra naranja, esperan ya veredicto junto al trencilla italiano Steffano Braschi. El sorteo dicta que serán los taronja quienes pongan el balón en juego. El ‘Piojo’ López y Angulo cumplen con el cometido al dar las 20:45 de la noche. Comienza el partido.

Valencia CF Champions 2000

Los quince primeros minutos son de tanteo. Unos y otros quieren medir las fuerzas del rival. La tregua termina con un disparo de cabeza de Anelka bien atajado por Cañizares y la respuesta de Mendieta al contragolpe, con Casillas como muro. El Valencia empieza a tener problemas para mantener el balón, los chicos de la capital hacen honor a su favoritismo y los sustos comienzan a darse con frecuencia. Cúper se desgañita en la banda, pero sus hombres ven la final con mayor impotencia de la que deberían. Olvidan su portentosa trayectoria previa en la competición y ven cómo el Madrid gana cada vez más y más terreno.

Así se llega al minuto 39 de juego. Tras una falta botada por Roberto Carlos que pega en Gerardo, el balón cae a los pies de Míchel Salgado. Se la pasa a Anelka, que se adentra en el área valencianista. El galo intenta zafarse de la defensa contraria marchándose hacia la línea de fondo, pero no lo consigue. Su pase, una devolución a Salgado, es interceptado por Farinós. El centrocampista del Valencia ni siquiera tiene tiempo para despejar, ya que pierde la pelota a manos del gallego y en una zona muy peligrosa. El ‘2’ del Real centra el balón como buenamente puede y éste llega al segundo palo, donde espera Fernando Morientes para cabecearlo a las redes defendidas por Cañizares. 1-0.

De repente, el mordiente que el Valencia ha demostrado durante esta Liga de Campeones sale a relucir en todo su esplendor, como si el gol hubiese reactivado al equipo. Los últimos minutos de la primera parte son un suplicio para el Madrid, que pide el descanso a gritos. Al fin llega. Los 45 minutos que vendrán después prometen.

O eso parecía, pero todo queda en nada. El Valencia sigue sin encontrarse a sí mismo y el Madrid insiste una y otra vez en busca del triunfo, tanto en ataque como en una defensa asfixiante para su rival. Parece que el luto que portan los madrileños en su camiseta lo guardan los dueños de Mestalla, ya que sus ocasiones escasean. Llega el minuto 66. Roberto Carlos (de nuevo él) lanza el balón al área en un saque de banda, Djukic la toca de cabeza para despejar y McManaman aprovecha el rechace para cuajar una volea imparable. 2-0. La final empieza a aclararse para unos y a llenarse de brumas para otros.

La puntilla tarda menos de diez minutos en llegar. Minuto 74. Redondo recupera la pelota para el Madrid en su área y saca el balón raudo. El balón se detiene prácticamente en el medio campo, donde lo caza Raúl por delante de los diez jugadores de campo del Valencia y de todos sus compañeros. La heroica depende de Cañizares, que no puede evitar el regate del ‘7’ y su posterior remate a placer con la portería sin cancerbero que la resguarde. 3-0 y resolución ajustada a derecho. El campeón será madrileño.

Los minutos restantes suponen el comienzo de la celebración del Real, aupado por sus capitanes Sanchís y Hierro, que se unen a la fiesta con el encuentro llegando a su fin. La octava Copa de Europa ya es palpable para el equipo que mejor ha jugado y ha sabido jugar en la final. Lágrimas de felicidad de un imberbe Casillas y también de su homólogo Cañizares, pero con la pena como estímulo. El alumno acude a desconsolar al maestro con buena fe. Otra vez será, quizá la ocasión llegue pronto. Raúl saca a pasear el capote torero de las grandes ocasiones, la Orejona ilumina el cielo parisino y Del Bosque disfruta de su primer entorchado como técnico con su calma habitual. La Champions y su tirón, el mayor entre todas las competiciones futbolísticas de clubes. Los aplausos y los gritos de “Valencia, Valencia” son unánimes cuando los subcampeones acuden al podio a recoger su distinción. Nadie debía perder en una noche tan histórica como ésta, pero la paradoja es que alguien tenía que hacerlo. El ganador, por encima de todos, es el fútbol español.

Real Madrid Octava

Entre la desolación general de su tropa, Cúper lanza una promesa: “Intentaremos de repetir la historia”. Su anhelo no tardará en cumplirse. El Valencia volvería a pelear por el título continental hasta las últimas consecuencias un año después del debut soñado. La crueldad asoló entonces a una plantilla prácticamente idéntica, que acarició el trofeo hasta que la lotería de los penaltis decidió otorgárselo al Bayern de Múnich. Aun así, el mérito fue innegable. Dos finales en dos participaciones en Liga de Campeones, con el añadido de ser consecutivas. La historia que el técnico ché reclamaba en la zona mixta de París quedaría para el recuerdo.

El Real Madrid también acabó cumpliendo su promesa: la eterna deuda con la Copa de Europa. Dos años después de la Octava, llegó la Novena. Glasgow fue el escenario de una volea, la de Zinedine Zidane, que sumió en el olvido la que McManaman transformó dos años atrás. Hierro suplió a Sanchís en el levantamiento de un trofeo que el madridismo no ha vuelto a celebrar hasta la fecha.

24 de mayo de 2014. 14 años después de un Real Madrid-Valencia para la historia, la final de la Champions League se abonará una vez más al monopolio de la piel de toro. Uno de los protagonistas, el Real, se mantendrá invariable y con el mismo hambre de triunfo que sus predecesores. El otro, un Atlético de Madrid tan deslumbrante como aquél Valencia, soñará despierto, pero sin cuento de la lechera que valga. Quizá el espíritu irreverente contra los cánones establecidos de Cúper acompañe a su compatriota Simeone. El partido a partido cobrará más sentido que nunca en un envite que, como el de Saint-Denis, promete dejar huella en los protagonistas y en las enciclopedias.

Y una vez más, en las gradas, esta vez de Lisboa, los españolitos de pro jalearán a unos y otros con el ánimo de disfrutar de un espectáculo a la altura de las circunstancias. Que gane el mejor.

Viento del este y niebla gris
anuncian que viene lo que ha de venir.
No me imagino qué irá a suceder
mas lo que ahora pase, ya pasó otra vez

Resumen de la final en TVE

La opinión de Iván Campo

La temporada 1999/2000 fue un poco complicada debido a problemas como el cambio de entrenador. No asimilamos lo que Toshack quería, le gustaba tener demasiados frentes abiertos. La plantilla no estaba cómoda con esta situación: cada dos por tres había problemas con la prensa y discusiones. Luego llegó Vicente Del Bosque, que puso tranquilidad en el vestuario y unas pautas muy importantes a la hora de saber competir. Nos aisló un poco de todo, dejó que cada uno fuéramos a nuestro rollo e hicimos un grupo muy bueno. Su apoyo, el de la afición y el que nos dábamos unos a otros en el vestuario logró que consiguiésemos ganar la Liga de Campeones.

Del recorrido previo a la final recuerdo que pasamos malos momentos en general porque en Liga no ganábamos (dos derrotas consecutivas en casa contra Alavés y Racing) y eso nos hizo daño. Tenías que resarcirte en la Champions y los partidos que jugamos contra Manchester United y Bayern de Múnich nos ayudaron mucho a nivel de confianza. Aquel año el Valencia era favorito, con un equipo muy potente y grandes jugadores. Habían demostrado tanto en Liga como en Champions que iban muy fuertes. En una final todo cambia, es más complicado y hay más nervios. Quizá nosotros supimos asentarnos un poco mejor en el campo nada más salir. Intentamos marcar cuanto antes y nos vino muy bien el gol de Morientes. Después de aquello creo que el Valencia bajó un poco los brazos y más tarde llegaron los otros dos goles.

ivan-campo

Aun así, nos costó muchísimo ganar al Valencia porque tenía un bloque muy bueno. El primer gol marcó nuestra pauta a seguir y finalmente pudimos levantar la copa. La unión que había en nuestro vestuario fue fundamental. Había un grupo con muy buen ambiente, no importaba si jugaba uno u otro. Al final eso es lo que te hace ganar títulos. Éramos amigos ante todo, nos respetábamos mucho. A nivel personal soy consciente de que logré algo muy complicado, como es ganar la Liga de Campeones. Pocos jugadores pueden hacerlo.

La final de este año tendrá un ambiente espectacular. Hay dos equipos españoles y de la capital, un derbi en la Copa de Europa. Todos a los que nos gusta el fútbol vamos a disfrutar. Esperemos que salga un partido bonito tanto para el espectador como para los jugadores. No me atrevo con pronósticos porque en una final pueden pasar muchas cosas y son muy complicadas de ganar.

*Iván Campo formó parte de la plantilla del Real Madrid campeón de Europa en 2000, jugando la final como titular. También pasó por equipos como Valladolid, Mallorca o Bolton Wanderers y fue internacional con España en cuatro ocasiones.

FOTOS: Magazine of Football Pictures, Colgados por el Fútbol, ABC, 20 minutos.

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Devoto hasta la médula


Una parte muy importante de la historia de la Euroliga comenzó a escribirse el 15 de enero de 1998. Aquel día el FC Barcelona venció en el Palau Blaugrana por tan solo un punto (77-78) al Alba de Berlín. Triunfo anecdótico salvo por un pequeño detalle: el debut en la máxima competición europea de clubes de un jugador que estaba destinado a cambiar la historia de su club y por ende del baloncesto europeo. Juan Carlos Navarro Feijoo dio entonces sus primeros pasos en una competición todavía conocida como Copa de Europa que le haría tocar el cielo tanto a nivel colectivo como individual.

El ‘11’ azulgrana tiene a sus espaldas nada más y nada menos que siete Final Four, que pasarán a ser ocho en Milán dentro de unos días. Navarro, segundo jugador con más presencias en la cita por el título tras Theo Papaloukas, presenta una relación de amor-odio con la Euroliga, al igual que su club. Es bien sabido que la trayectoria del Barça en la competición continental durante los últimos 25 años ha sido tortuosa, con más penas que glorias. Lo demuestra este escalofriante dato: en sus 13 presencias en la Final Four, el conjunto de la Ciudad Condal sólo pudo llevarse la victoria final en dos ocasiones. Las bestias negras son multitud en esta historia: la Jugoplastika de Split de Maljkovic, Kukoc, Radja y compañía; Vrankovic y su inoportuno tapón a Montero; el CSKA de Moscú en su momento de mayor plenitud. Del mal fario no se escapó ni un imberbe Pau Gasol, cuya apendicitis antes de los cuartos de final de 2001 bien pudo ser culpable (y así lo reconocen los protagonistas) de privar a sus compañeros de una nueva semifinal europea.

A pesar de todo, la suerte del Barcelona en suelo europeo comenzó a mejorar a partir del estallido de su particular ‘Bomba’ de relojería. Con un baloncesto de seda y un temple de acero, Navarro fue haciéndose poco a poco con minutos de peso en la plantilla azulgrana. La primera Final Four que disputó el escolta de Sant Feliu de Llobregat tuvo lugar en 2000 en Salónica (Grecia). En tierras del Olimpo, un Barça todavía dirigido en la banda por Aíto García Reneses cayó tanto en semifinales ante el Maccabi Tel-Aviv israelí (65-51) como frente al Efes Pilsen turco en el partido por el tercer y cuarto puesto (75-69). La participación de Navarro en el evento fue anecdótica, consiguiendo dos puntos en el primer encuentro. La final de consolación fue un castigo tan incómodo que Aíto decidió privar de ella a sus principales estrellas, Navarro incluido.

Tras dos temporadas consecutivas cayendo a las puertas de la Final Four a manos de la Benneton de Treviso italiana, en 2003 al fin llegó la primera y ansiada Euroliga del Barcelona. En una cita por el título celebrada en un marco tan inmejorable como su Palau Sant Jordi local, el club logró la corona de campeón europeo. Aunque los números digan lo contrario (13 puntos entre semifinales y final), la actuación de Navarro fue capital para la consecución de la gesta. Una bandeja del ’11’ tras robar un pase fallido de Darius Songaila certificó la victoria ante CSKA de Moscú en semifinales (76-71) y la final supuso toda una redención ante la archiconocida Benneton (76-65). Bodiroga y Fucka se llevaron casi toda la atención mediática, pero Navarro ya lucía con brillo propio en el equipo de su vida, que consiguió un inédito triplete aquel curso.

Hizo falta un nuevo paréntesis de dos temporadas para volver a ver al Barça y a su escolta fetiche peleando por la Euroliga. La temporada 2005/2006 trajo consigo a un Navarro que se crecía cada vez que escuchaba el “I Feel Devotion”. Con cartas de presentación como sus 32 puntos ante Zalgiris Kaunas (su récord de anotación hasta la fecha en EL) y su primera nominación para el mejor equipo de la competición, ¿quién podría parar a ‘La Bomba’ en la Final Four de Praga? El CSKA de Moscú. Tras una primera parte inmaculada, los por aquel entonces pupilos de Dusko Ivanovic se desinflaron en los 20 minutos posteriores ante rivales de la talla de Papaloukas, Smodis, Langdon o Holden. Al 75-84 final le acompañó una nueva derrota en la intrascendente consolación ante TAU Cerámica (82-87), con 10 y 20 puntos respectivamente de un Navarro que ya era el líder del Barça.

Como viene siendo habitual en esta historia, hubieron de pasar dos cursos baloncestísticos hasta la nueva presencia del Barça en la antesala de la gloria continental. La Final Four de Berlín ’09 también dejó un regusto amargo en las filas azulgranas a pesar del enésimo sobresaliente de Navarro en la Euroliga. La marcha fugaz a la NBA no había mermado ni un ápice el rendimiento de un jugador cuyo inmenso talento seguía enamorando al Viejo Continente una y otra vez. CSKA volvió a cruzarse en el camino del único representante español en tierras germanas, que rozó el triunfo en semifinales hasta el último suspiro sin poder frenar a un letal Siskauskas (78-82). Parecía que los moscovitas, muy rencorosos ellos, todavía no habían olvidado la jugarreta del ‘11’ del Barça seis años atrás. De nuevo tocaba jugar el partido que nadie disfruta, un tercer y cuarto puesto que Navarro y compañía sí lograron vencer esta vez con el Olympiacos griego como adversario (79-95). 13 y 14 fueron los puntos del de Sant Feliu en los dos partidos del nuevo cara a cara por el título fallido.

Navarro Euroliga

La segunda Euroliga se había hecho esperar demasiado, así que el Barcelona decidió colarse una vez más entre los cuatro mejores equipos de Europa para probar suerte. Y vaya si lo consiguió. Con una plantilla excelsa tanto en la cancha (Ricky Rubio, Pete Mickael, Erazem Lorbek, etc) como en los banquillos (el mejor Xavi Pascual que se recuerda), el club logró su segundo entorchado continental. La vendetta, al igual que en 2003, volvió a hacer acto de presencia para derrotar a un CSKA que perdió su condición de bestia negra en semifinales (64-54) y a un Olympiacos que cayó con estrépito en la final (86-68). Navarro fue el MVP de la cita de París gracias a su destacada aportación tanto en semifinales como en el duelo por la copa (14 y 21 puntos respectivamente). Si a esto le añadimos su MVP del mes de abril, un galardón idéntico en el cuarto partido de Playoffs y la inclusión en el primer equipo de la Euroliga, tenemos la temporada continental perfecta.

Quizá el segundo título europeo del Barcelona influyese en la confirmación de la ruptura de una ecuación habitual: las dos temporadas de travesía por el desierto anteriores a toda presencia azulgrana en una Final Four. Tras ausentarse de la cita doméstica de 2011, Estambul, que vio caer a los vecinos del Joventut de Badalona ante Partizan de Belgrado en 1992, acogió a la plantilla del Barça veinte años después. Tampoco hubo suerte para el representante español de turno en esta ocasión. Esclavo de las venganzas que tanto nos han acompañado en este periplo histórico, el Barça no pudo con Olympiacos (68-64) en semifinales. Los griegos, futuros campeones, nunca cedieron el liderato del marcador y del juego a un equipo en el que Navarro (18 puntos) quedó demasiado solo. Al menos la tragedia helena no se remató en la final de consolación, en la que los hombres de Xavi Pascual vencieron a Panathinaikos por 69-74 sin la participación de su capitán. La Final Four volvió a recibir al Barcelona en 2013, aunque entonces tampoco se dio con la tecla correcta. El Real Madrid de Pablo Laso (67-74) en semifinales y CSKA en el tercer y cuarto puesto (74-73) dejaron sin título a Navarro (9 y 17 puntos en ambos encuentros) y los suyos.

Así llegamos a la actual temporada, en la que el Barcelona disputará su tercera Final Four consecutiva, la quinta en los últimos seis años. El bagaje del equipo ha sido espléndido tanto en grupos y Top 16 como en Playoffs de cuartos de final (3-0 ante el Galatasaray turco). El conjunto azulgrana apenas ha convivido con la derrota en una temporada continental muy especial para su alma máter. Juan Carlos Navarro se convirtió hace escasos dos meses en el jugador con más partidos y minutos jugados de la historia de la competición. A esto hay que añadir sus récords históricos en otras ocho categorías estadísticas de la Euroliga: anotación, triples intentados y convertidos, tiros libres intentados y anotados, valoración y tiros de campo intentados y anotados.

10 en estadística para un Navarro que llegará a tierras de la Lombardía con el hambre de triunfo que siempre le ha caracterizado intacta. ¿Quién es capaz de descartar el campeonato del Barcelona cuando es sabido que los azulgrana se encuentran liderados por la historia, la leyenda de la Euroliga en persona?

Un dios entre mortales dictará su enésima clase magistral en Milán. La devoción para su cátedra está asegurada.

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FOTO: Antena 3

Ahora o nunca


Tres Final Four de cuatro posibles en las últimas temporadas. En la primera se pecó de inmadurez, en la segunda de inexperiencia tras 18 años sin ver tan cerca el título continental. ¿El pecado acompañará también al Real Madrid en Milán?

Sí, en cierta medida sí lo hará, porque el baloncesto de correcalles y birlibirloque que posee a los hombres de Pablo Laso desde hace tiempo parece un sacrilegio. Un escándalo público que está deleitando a media Europa y que atenta contra el baloncesto físico y defensivo mayoritario en la actualidad. Toda una Reforma luterana aplicada al deporte de la canasta para provocar cambios inmediatos e irreversibles. Doce discípulos evangelizan en la cancha y el instigador de todo imparte el dogma desde el banquillo. Una comunión que requiere del súmmum a nivel continental para certificar su perfección. Si el capitán de las huestes blancas levanta al cielo lombardo la novena Copa de Europa, la guerra habrá acabado, pero ¡ay si pasa lo contrario! Todo lo logrado hasta la fecha quedará olvidado y en saco roto para buena parte de la parroquia.

De ahí que la presión y la impaciencia sean los peores rivales del Real Madrid en la batalla final por la Euroliga. El juego del equipo es tan convincente que lo único que se espera es seguir con la rutina de esta temporada: victoria, victoria y victoria. Las derrotas quedan demasiado escondidas en el recuento de resultados, tanto que la vulnerabilidad ni se contempla. Peligroso apunte éste, más si cabe cuando enfrente se encuentran tres rivales como Maccabi, Barça y CSKA de Moscú. Bien es cierto que los tres han caído derrotados ante el Madrid en diversos momentos del curso, pero eso no garantiza nada. Una Final Four son palabras mayores y cualquiera que diga que su hambre de títulos es menor que la del adversario está mintiendo. Todos irán en búsqueda del Santo Grial que engrandezca los logros conseguidos a nivel doméstico.

Real Madrid baloncesto

Los pronósticos son inciertos, más si cabe observando lo ocurrido en las Final Four de las dos últimas temporadas, cuando Olympiacos venció sin ser esperado. No obstante, el conjunto blanco competirá irremediablemente como favorito en Milán. Más por sensaciones que por plantilla, aspecto en el que ni Barça ni CSKA tienen nada que envidiarle y en el que Maccabi quizá esté un paso por detrás. El rendimiento de dos hombres en particular puede ser decisivo para desequilibrar la balanza a favor o en contra de los madrileños: Sergio Rodríguez y Rudy Fernández.

El primero llegará a la cita más importante de la temporada con la vitola de mejor base de Europa tras un curso de ensueño tanto en Liga Endesa como en Euroliga. A día de hoy no hay mejor exponente que el Chacho a la hora de explicar qué significa el Madrid de Laso: velocidad, puntos y magia. Su baloncesto irreverente e imprevisible saliendo desde el banquillo será a buen seguro la brújula del equipo si los cánones son los habituales. Rudy Fernández deberá acompañarle en galones tanto en ataque como en defensa. Un consejo para el alero: debe vigilar muy de cerca un carácter que le juega muy malas pasadas en la cancha y que debería ser más inmune a las provocaciones.

Otro aspecto interesante será el paso de Nikola Mirotic por esta Final Four. El ala-pívot montenegrino ha protagonizado algunos de los mejores momentos de su carrera en la Euroliga y si el duende le acompaña su equipo lo agradecerá sobremanera. Un buen trabajo de hombres como Llull, Reyes, Bourousis o Darden también será de valiosa importancia y la intendencia de los ocupantes habituales del banquillo (Mejri, Slaughter, Draper si llega…) será necesaria cuando las cosas se pongan feas.

En cuanto a los rivales, el primer escollo será un Barça que parece haber superado sus problemas con la regularidad y que tiene en el físico uno de sus principales alicientes. La pelea por el rebote tendrá más importancia de lo que parece en este duelo. Ahí se encuentra la clave del Séptimo de Caballería en el que se convierte el Madrid al contragolpe. Poco probable que uno de los dos se lleve la victoria por una diferencia mayor a los 10 puntos, así que las pizarras tendrán un papel primordial en el encuentro. Vale la pena recordar que el último partido que enfrentó a blancos y azulgranas se decidió con un triple de Llull prácticamente sobre la bocina final. Sería estupendo poder decir que el Clásico que se disputará días antes en el ámbito doméstico será un perfecto banco de pruebas para este partido, pero todos sabemos la respuesta.

Si el Madrid consigue salvar este primer match, lo más probable es que en la final espere CSKA de Moscú. A priori, otro enfrentamiento nada sencillo que también quedaría marcado por pequeños detalles. El hambre de título alienta a los moscovitas, que como su hipotético rival tuvieron que agotar los cinco partidos de su serie de Playoffs (ante Panathinaikos) para llegar hasta Milán. Todavía escuece la derrota en la final de 2012, cuando todo estaba a favor; al menos los quilates siguen siendo los mismos que entonces. Una victoria y una derrota constituyen el balance de los enfrentamientos entre ambos equipos durante esta temporada. La igualdad estaría servida.

Quizá las cosas fuesen más favorables para el Madrid si el título hubiese de jugarse ante Maccabi. Los israelitas nunca abandonaron del todo la élite europea, pero ya no son lo que fueron. Un Schortsanitis que nunca acabó de cumplir las expectativas es la cara más visible de un equipo que parte como la Cenicienta de los aspirantes. Precisamente el exceso de confianza de los rivales puede ser el mejor aliado de este Maccabi. El carácter que siempre le caracterizó sigue ahí, escondido pero vivo.

En definitiva, desquite es un buen término para explicar lo que se espera del Real Madrid en esta Final Four. Todo parecía atado y bien atado en 2013 y acabó por desatarse. ¿Ocurrirá lo mismo este año? Imposible jugar a las adivinanzas, pero la oportunidad es la mejor de la historia reciente de la sección. Ni un hipotético triplete (ACB, la Copa del Rey ya conseguida y esta Euroliga) ni una hipotética Novena estuvieron tan cerca. Jugadores y cuerpo técnico lo saben, la afición lo sabe y los rivales lo saben. Sólo falta resolver unos flecos para pasar de la historia a la leyenda, de la leyenda al mito. Esta Final Four es el ahora o nunca para el Real Madrid de Pablo Laso.

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FOTO: La Vanguardia

El Sanedrín de Muchodeportivo: Final Four de la Euroliga


A nuestro Sanedrín le toca analizar en esta ocasión la gran traca final de temporada de la Euroliga de baloncesto: la Final Four de Milán. El espectáculo está asegurado con cuatro equipos (Real Madrid, FC Barcelona, CSKA de Moscú y Maccabi Tel-Aviv) con un objetivo: la ansiada Copa de Europa. Así vemos las cosas un servidor y nuestras firmas invitadas.

Final Four

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Esta Final Four bien podría denominarse, parafraseando a una conocida película humorística, “Tres favoritos muy favoritos… y un tapado muy tapado”. La calidad de las plantillas de Real Madrid, FC Barcelona y CSKA de Moscú es difícilmente comparable a la de un Maccabi Tel-Aviv resultón, pero que se encuentra un escalón por debajo de sus competidores. Ésta puede ser la principal baza a jugar por los israelitas: un factor sorpresa que podría transformar la eliminación a las primeras de cambio que vislumbran muchos en una final y quién sabe si en un título. Que se lo digan al Olympiacos, que de estas lides sabe un rato.

Si los macabeos quieren tocar la gloria, tendrán que hacer suyo el “partido a partido” tan de moda en el panorama futbolístico. Sólo así podrán derrotar a un temible pero aun así vulnerable CSKA en la primera semifinal. Los rublos no garantizan nada a una plantilla que ya se estrelló contra pronóstico las dos últimas temporadas y que vive en jaque en los últimos tiempos. Cuando un entrenador (llámese Ettore Messina en este caso) se declara incapaz de sacar más jugo a su plantilla, la señal no es lo que se dice muy positiva. Los nombres de los de Moscú deberían bastar para imponerse ante un conjunto de menor entidad en ese sentido, pero no en el plano colectivo. Si las individualidades se hacen con la batuta de la escuadra moscovita, la final puede esfumarse en un visto y no visto.

Más apasionante se presenta a priori el duelo español. De poco servirá a mi parecer lo sucedido en el intrascendente encuentro liguero del fin de semana pasado, más un sparring que algo digno de mención. Las sensaciones siguen estando del lado de un Real Madrid imperial esta temporada, con tres jugadores que deben ser capitales en busca de la novena Euroliga: el flamante MVP Sergio Rodríguez, Rudy Fernández y Nikola Mirotic. Si jugadores como Sergio Llull, Ioannis Bourousis o Felipe Reyes complementan a los espadas principales, todo será más fácil. Eso sí, cuidado con un favoritismo demasiado evidente para una plantilla llamada a ganarlo todo en el Jubileo continuo en que ha mutado la temporada para Laso y compañía.

Enfrente estará un Barcelona físico, recuperado para la causa y con un gran fondo de armario. Su temporada continental ha sido envidiable, con solvencia y escasas flaquezas. Todo apunta a que la semifinal contra el Madrid será un duelo sin parangón hasta el final, con las pizarras echando humo y los corazones al borde del infarto. Si así es, ganará una vez más el baloncesto. No obstante, mi apuesta es el Real Madrid tanto en este partido como en una hipotética final. Si este año no llega la Euroliga, ¿cuándo lo hará?

Guillermo Ortiz (JotDown, Cope)

Cuando una competición se juega a un partido es muy complicado establecer favoritismos. Si tres de los equipos son CSKA, Real Madrid y Barcelona, equipos con un enorme presupuesto, enormes jugadores y una competitividad establecida en los últimos años, la cosa se pone aún más complicada. En su contra –y a favor del Maccabi- juegan las dudas, los fantasmas de las pasadas Final Four: el Barcelona ha jugado esta competición 13 veces anteriormente para ganar solo 2 títulos, el CSKA viene de dos derrotas inesperadas contra Olympiakos cuando era máximo favorito al título y el Real Madrid, ausente durante demasiado tiempo de la élite europea, tiene que reponerse de la derrota en la final del año pasado después de venirse abajo incomprensiblemente en una horrible segunda mitad.

Con todo esto dicho, decir un nombre es imposible. El Maccabi es el que menos se juega y tendrá menos presión, además de visitar de nuevo el campo donde precisamente se ganó el pase a la Final Four. La profundidad de banquillo del CSKA de Moscú es inigualable, así como su presupuesto. El Real Madrid ha bordado el baloncesto durante toda la temporada y tiene a, probablemente, los tres mejores jugadores europeos fuera de la NBA: Sergio Rodríguez, Mirotic y Rudy Fernández. Por último, el Barcelona ha sido el mejor de la competición hasta ahora, ganando en pistas dificilísimas y liderando su grupo del Top 16 antes de deshacerse 3-0 del Galatasaray. ¿Quién ganará? Recuerden la última final importante, la de Copa de este año: todo se decidió con un tiro desde una esquina a falta de dos décimas. ¿Qué análisis se puede hacer de eso? Si nos gusta el baloncesto es precisamente porque es imprevisible.

Antonio Rodríguez (Cuadernos de Basket, Espacio Liga Endesa)

Si comenzamos por la semifinal española, debo confesar que una de las claves debería ser la aportación de Iannis Bourousis. Para este evento se le ha fichado y en él debe responder. Un pívot de su movilidad debe ser muy diferente a la tortura que sufrió en la final de la Euroliga pasada, cuando Spanoulis aprovechaba la indecisión y la lentitud de Mirza Begic, para aprovecharse en el bloqueo y continuación y sacar los defectos del pívot esloveno que fueron virtudes bien remarcadas durante la primera mitad. Y lo catalogo como importante, porque tal bloqueo y continuación, será el “abc” del F.C. Barcelona, en las figuras de Marcelinho Huertas y Ante Tomic, sobre cualquier otra jugada azulgrana. Es donde más daño hacen y lo saben. Es donde más herida causaron en la pasada final de la Copa del Rey y Pablo Laso debió jugar con la polivalencia y la rapidez de hombres como Felipe Reyes y Marcus Slaughter, para poder frenar tan martilleante jugada. Por ello, un paso adelante de Bourousis será decisivo para Pablo Laso en no tener que retocar los sistemas habituales de sus jugadores en defensa.

En los azulgranas, al margen del dueto ya mencionado, una de las piezas claves para intentar igualar la aportación exterior de jugadores como Sergio Rodríguez, Llull o Rudy Fernández, será Brad Oleson. Jugador con grandes actuaciones contra el Real Madrid, hombre que sabe frenar al tirador blanco -ya veremos en qué condiciones físicas- Jaycee Carroll. En la segunda mitad de competición, su protagonismo ha ido creciendo y de su acierto exterior vivirán los azulgranas, al que pedirán a Juan Carlos Navarro que eche el resto, a pesar de sus problemas físicos.

Por lo tanto, cómo parar el 2 x 2 azulgrana con Bourousis como principal artífice defensivo y el acierto de Brad Oleson, ante la notable aportación más que segura del “Chacho” Rodríguez y Rudy Fernández, intentando igualar números, serán las claves de tal enfrentamiento.

Favorito: F.C. Barcelona

Respecto a la otra semifinal, entre CsKA Moscú y Maccabi Tel Aviv, la profundidad de banquillo con la que cuenta Ettore Messina, será la que deberá decidir en su encuentro ante el equipo de David Blatt, quizás el conjunto más flojo de los cuatro en liza. El duelo entre Nenad Krstic y Sofoklis Schortsianitis será un buen termómetro bajo el aro. Me decanto más por la aportación del pívot serbio si saben jugar con él y lo utilizan (en esta temporada ha sido más decisivo que en campañas anteriores). La genialidad de Teodosic y la polivalencia de Viktor Khryapa debieran ser fundamentales en una presumible final. En la semifinal veo más lucimiento de tiradores abiertos.

Favorito: CSKA Moscú

Respecto a la final, si me tuviese que decantar por una, sería el F.C. Barcelona y el CSKA moscovita. Doy como campeón a los azulgranas, puesto que tengo la impresión de que los hombres de Xavi Pascual jugarán con más libertad, menos encorsetados que la presión sofocante que impone Messina a sus pupilos en este tipo de encuentros, que le han llevado a perder las últimas finales disputadas. La marcha que han tenido en este Top 16 los catalanes, así como incorporar a las rotaciones, teniendo roles muy definidos, a tipos como Pullen, Lampe, Papanikolau o Dorsey, les hacen, como poco, tener la misma profundidad que los rusos, y opino que más calidad y descaro para resolver en acciones individuales, lo que se prevé será un encuentro igualado.

Favorito: F.C. Barcelona

Lalo Alzueta (TVE, Cadena SER)

Llega la gran cita continental del basket. Milán será esta vez el escenario de la batalla entre los 4 mejores equipos de Europa. Este curso sin griegos, y obviamente sin el bicampeón Olympiacos defendiendo la corona. Hace 2 meses, nadie hubiese dudado en señalar el favoritismo del Real Madrid, que esta temporada ha deslumbrado en Europa y dominado en España (la liga más fuerte). Pero con una hoja de servicio tan inmaculada, cualquier bajón iba a generar dudas en los de Laso. Dudas que se acrecentaron en el playoff ante los griegos y en un rendimiento irregular de su juego interior en los últimos partidos.

No obstante, es la tercera Final Four en 4 años para los blancos y puede que la última de Mirotic en Europa antes de dar el salto a la NBA. Un proyecto construido para sacarse la espina de la final del año pasado. El estado de forma de Carroll y la producción de Mirotic, Llull, Rudy y el Chacho serán las claves que permitan al Madrid soñar con una novena que lleva buscando casi 20 años.

En el camino, de nuevo el Barça. El equipo más regular de Europa en la última década. Llega el Barça a Milán quizá en el mejor momento de la temporada. Tras un inicio irregular, Pascual, como en él es habitual, ha ido encajando las piezas de un roster de 14 jugadores de primer nivel. Hasta Lampe ha vuelvo a sumar para la causa. Esperanzador momento azulgrana que el año pasado se midieron al Madrid muy muy mermados. El Top16 azulgrana es para quitarse el sombrero.

La venganza puede ser este año, Oleson no sólo es recambio de Navarro, es solución en muchos casos. La Bomba llegará quizá falto de ritmo, pero mejor físicamente que en el pasado curso. Lorbek, Huertas, Tomic y Papanikolau deberán dar ese paso al frente que exigen las grandes citas. El Barça tiene todos los mimbres para reinar de nuevo. Las pocas dudas provienen de la rotación en el puesto de base, donde al equipo por momentos le cuesta carburar sin Marcelinho en pista.

Del clásico saldrá un finalista, y del Maccabi CSKA el otro. Lo mismo me como estas palabras, pero creo que pocas opciones tendrán los hebreos si todo marcha según el guión de la lógica. El mayor presupuesto de Europa. La mejor plantilla, un entrenador 4 veces campeón. Argumentos que parecen bastar para ver al CSKA en la Final. Sobre todo después del chasco de Londres donde el Olympiacos les pasó por encima (hubo hasta visita en el vestuario del propietario). David Blatt sabe de su inferioridad, y por eso confía en un partido extraño, en enmarañar el asunto para que en los rusos crezcan las dudas.

Un apunte, pese al talento de poco le servirá al CSKA tener a Weems, Teodosic, Krstic, Pargo y cía, si cada uno hace la guerra por su cuenta. Ante los macabeos, se las verán ante un equipo. Con sus limitaciones pero un equipo, que ha llegado a Milán sin nada que perder y un sueño que conquistar. La presión será del CSKA y el disfrute de todos los que amamos este bonito juego.